sábado, 17 de enero de 2009


Veo...

Veo sin ver las enredaderas de nuestros destinos.

Siento sin sentir cuanto es mordisqueado por los cerberos de nuestros designios.

Y miro sin ojos la batalla que libras por preservar tu sangre, el rito extremo de dolor que libras para de toda dureza y dolor purificarte.

Batalla de la leona y sus cachorros contra las hienas del infortunio.

Mis garras permanecen tristemente quietas... esperando sin esperar... flagelándose sin mi sucia vitae derramar...

Huelo sin oler el perfume de tu oscuridad, deseando en cada uno de tus sueños junto a tu voluntad de diosa el poder inconmensurables imperios el edificar.

Tristes sueños que perdemos en nuestro eterno deambular, ven... clava tus garras en mi, mi alma es fuerte... no tengas miedo a dignamente vuestras dulces lágrimas en quienes te quieren derramar.

saboreo sin saborear las cenizas que en estos 3.679.200 minutos en nuestra ausencia se han acumulado sin cesar.

Siento sin sentir, como realmente todo cuanto está en tu sangre con mi inmortalidad ansío atesorar.

Que ese sentimiento supremo gobierne sobre tus temores y mis visceralidades.

Y solo así, acogida en mi templo de tinieblas será por siempre vuestra luz inmortal.

Ojos de jade, de leona...

Veo sin ver en ellos...

siento sin sentir, entonces muero.

Pues en mi inconmensurable ausencia de humanidad.

Sentir es lo único que siento que anhelar anhelo.



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