miércoles, 6 de enero de 2010

Rutina


Lunes: Me dicen que tengo ojeras... Es no es común en mi. YO NUNCA TENGO OJERAS!

Voy al espejo, y efectivamente una bolsa se había formado bajo mi ojo izquierdo.

- Debe de ser algo de alergia -. Dijo mi novia.

Me tomé un antialérgico y Fui hacia mis labores.

El día estuvo bastante bueno. Buena comida, escritura y ocio, lejos de las lacras de mi actividad laboral. "De esas lacras que creen tener poder solo por que poseen un cargo de medio pelo". Solo me lleno de consuelo en saber que cuando me titule. Esas lacras seguirán siendo lacras. Y yo estaré a mundos por encima de ellos.



Martes: El cansancio era supremo en la mañana, no tenía ganas de ir al gimnasio ni de nada.

La alarma me despertó como diez veces, y las diez veces dormí. No hubo energía ni de estudiar ni de nada. El ojo comenzó a doler. Y ardía levemente.

Durante el día fui hostigado por las lacras. Ansiaba golpearlos, tomar un teclado y reventárselos en sus cabezas vacías.

Hoy no hubo almuerzo, ni comida a llevar. Eso es lo que odio de mi familia, son desorganizados, nunca hay nada, todo se compra y prepara a ultima hora... y esa hora no la alcancé a ver antes de salir. No saben como lucho por evadir ese Karma.

El Ojo comienza a palpitar, siento como si se me fuese a salir.



Miércoles: Me he ganado el Premio mayor del Kino. Soy asquerosamente millonario, pero es un secreto. Disimulo que nada ha pasado, y planeo como ir a cobrar pronto el premio.

Voy al Gimnasio, levanto miles de kilos. El Ojo palpita mas y mas, su dolor es intolerable. Pero la excitación de mis músculos bajo la presión del exhaustivo ejercicio lo mantiene al margen.

El día fue una mierda... quizá para el mundo. Para mi fue fabuloso, las preocupaciones por dinero, y todo eso no me alcanzaban. Estaba lleno de energía, Debía estudiar a mares... Eso no me importó, lo hice feliz. Puse una bolsa de hielo en mi ojo y con el otro leí.



Jueves: Desperté un par de veces por el dolor. Aun que la hinchazón no ha aumentado, abarca ya gran parte del lado izquierdo de mi cabeza.

Es como si mi ojo tratase de salir, de desprenderse de mi. De divorciarse del resto de mi cuerpo para salir y ver todo el mundo que por mi mismo no he sido capaz de mostrarle. Creo que iré al medico.

Saco unos calmantes del cajón de mi hermano... Me doy un banquete de ellos. Y si, el dolor se va.

Es agradable. Es como caminar en las nubes con un suave ángel acariciando mi ojo izquierdo.

Recibo mi sueldo. Una verdadera basura, migajas, que de no ser por las re-liquidaciones del mes de Noviembre pensaría en que es un chiste.

"Gastaré solo esto, lo demás, no debo tocarlo, no aun".

Llego a casa, mi ojo palpita levemente y esta algo caliente. Pongo un poco de hielo en el y me sumerjo feliz, feliz y algo drogado en mis estudios.



Viernes: Despierto a las 3 a.m. El dolor de mi ojo es terrible. Apenas puedo incorporarme sin sentir como si miles de agujas se clavasen por mi ojo hasta traspasar mi cerebro y hacerlo picadillo.

El latido de este es frenético, mas que el de un corazón aterrado.

Trato de sujetarlo con mi mano izquierda, pero es definitivo, es como si fuese a explotar.

Busco entre mis cosas, busco mi dinero, mis zapatos y mi ropa, intento buscarla en el caos de mi habitación. Revuelvo aun más el desorden, mi cuaderno de apuntes cae. No resisto más, me precipito de rodillas al piso, frente a mi cuaderno abierto. Y mi ojo explota.

De el, una cascada de ideas cae impregnando las hojas de mi cuaderno, luego de otro. Luego de el computador...

Ahora soy aun más asquerosamente millonario. Si, Tuerto, pero ese parche negro me da un toque como de villano.

Y recuerden, soy Millonario.

martes, 5 de enero de 2010

El Sexto Día


Absolutamente nada distinto sucedió al principio.

Las personas seguían en sus limitadas rutinas de vida.

Seguían dirigiéndose a sus trabajos, algunos, seguían robando, cometiendo el mal. Otros seguían padeciendo en sus propios infiernos. Otros seguían disfrutando.

La mayoría continuaba adorando a sus acostumbrados dioses y demonios...

Nada más ocurría.

La verdad me sentí algo decepcionado.



Habría podido vivir con esa decepción. Bueno, creo que todo el mundo habría podido vivir con esa decepción en particular.



Los días sucesivos fueron algo, distintos.

Los animales fueron los primeros en notar... "El cambio".

Se tornaron agresivos al hombre y entre ellos. Estaban nerviosos.

Luego de los dos primeros días, ya no existía el concepto de "Mejor amigo del hombre". Me alegre de ver como todos se desesperaban y como sufrían a manos de las especies "menores".

Confieso que aun que sé que eso esta mal, no puedo evitar el disfrutarlo, lo siento pero realmente no puedo.



Al cuatro día, los insectos se sumaban a la "Ola de nerviosismo". Las abejas atacaban sin razón a algunas personas en el campo así como a otros animales, les picaban sin importar el desprenderse de sus interiores al dejar los aguijones en sus víctimas.

Ya a esas alturas en las ciudades habían verdaderas montañas de cadáveres de gatos y perros. Las calles completas hedían a su carne quemada. La gente ya no estaba tan tranquila en sus acostumbradas rutinas como antes.

Ya muchos no se dirigían a sus empleos. Los saqueos y asesinatos comenzaban a aumentar. Las deidades comenzaban ya a no escuchar ninguna suplica... o realmente la gente gritaba y lloraba más de lo que rezaba. Creo que siempre ha sido así, solo que en tiempos de crisis las cosas tienden a acentuarse.



Al quinto día el hombre, abandonado por Dios, decide abandonar completamente a la moralidad.
Violaciones en masa. A niveles Inter-Raciales, ultrajes vengativos a nivel de clase social, e incluso a niveles consanguíneos. Es como si la especie hiciese un intento ultimo e inútil por perpetuarse, incluso en su mismo lecho de muerte.

Las autoridades intentan aplacar esta ola de violencia sexual... Su impotencia es lamentable.



Durante años completos me obsesioné con el posible fin de nuestra raza. Miles de obras, mitos, teosofías, cantares y registros místicos cantaban sobre los días en que abrimos por primera vez los ojos al mundo.

Es una ley el que tendría que llegar el momento en que cerrásemos los ojos definitivamente como especie. Y habría también alguien que debería registrar dicho momento.



Tuve la fortuna de contar con los recursos y los medios para poder dedicarme a la investigación de esta pasión tan poco comprendida. De poder viajar a hablar con eruditos y entendidos en la materia, así como con viejos sabios locos de la tierra. En excavar ilícitamente, e incluso introducirme al fino arte de compra de objetos arqueológicos robados.

Por supuesto, nada de eso sirvió en demasía.

Pero el destino era amable conmigo, y puso en mi camino cuando visitaba la ciudad del Cairo al viejo Gelel Ben-Zahar, un errante conocedor de viejos misterios, según el. Un loco y estafador según mis amigos. La verdad me importó poco si era lo uno o lo otro, yo ansiaba conocer, saber... Había gastado todo cuanto poseía en pos al conocimiento, había dejado atrás a mi familia y a la mujer que amaba, pues a nada amaba mas que a mi saber. Le di mil dólares al viejo y le pedí me llevase donde la verdad de nuestro fin permanecía por las eras sepultada.

Me dijo que le esperara al amanecer en Giza. Pensé en la estupidez que había hecho de confiar mi dinero a ese hombre. Pero a la madrugada siguiente, el sol no acababa de salir, y ahí estaba.



No se por cuanto viajamos, en el viaje me enfermé, los delirios de la fiebre se apoderaron de mi, y de no ser por el viejo me hubiesen arrastrado a la oscuridad de la muerte como harpías sangrientas.

"Pediste ver y has de ver", Me dijo el viejo. Me cuidó, y en un par de días y noches me curó.

Entonces, una noche llegamos a lo que me señaló era el conflictivo país de Irak, y tras dejar los camellos para continuar a pie, por escombros y ruinas antiguas sin forma en esa oscura noche de luna menguante, llegamos a una especie de entrada a una caverna subterránea perteneciente a lo que el antiguo pueblo de observadores llamaba Eridú.

Y descendimos.

Todo cuanto vi y no vi en esas profundidades haría palidecer la ilustración más torcida de Blake, el diseño más perverso de Giger, así como el relato mas alocado de las mentes de los mismos Lovecraft y Bloch.

Posiblemente llenarían paginas completas, pero no creo ser capaz de recrearlas, y aun que pudiese, me pregunto si viviré para hacerlo.

Solo diré que se me reveló información, alegorías en su mayoría. Y mediante profundo estudio y meditación vi lo simple de nuestro Grand Finale. El "SIETE" de nuestra amada Biblia Judeo-Cristiana ("En siete días Dios creó el Mundo") se repite tanto en los sombríos criptogramas del Enuma Elish Como en el Popol Vuh, pasando por todos los registros sagrados,el de la Toráh, El Zoroastro y el Corán. Grabados Persas y Acadios lo dicen: "Si algo nace por una gota de agua, algo morirá por una gota de agua".Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba, tal como los principios del hermetismo. Luego dice "El Gran Marduk Nibiru recogerá lo que le sea de valía".
Espero ser digno.



El sexto día, la gente ha perdido completamente el control de sus emociones e impulsos básicos, se asesinan y devoran entre si en oleadas de horror e ira. Parecen animales salvajes famélicos, como dominados por una lombriz solitaria de la locura en sus vientres.

Desde la azotea de un alto edificio les observo mientras otras personas junto a mi me gritan para que deje de escribir y les ayude a trancar las salidas del edificio hacia el lugar donde estamos. Los ignoro, se que no servirá de nada.

Diviso una extraña luz en el cielo al poniente, del tamaño de Venus, no la había notado antes. Pero no corresponde a ninguno de nuestros astros.
La registro quizá como prodigio de una inevitable alteración de mis sentidos en estos momentos de horripilante belleza.


"El Sexto día Dios Creó al hombre".

Recuerdo Eso y no puedo evitar reír.



Faltan dos minutos para la media noche del 30 de Diciembre del 2012, la luz que era del tamaño de Venus ahora se asemeja a un pequeño sol. Noto leves temblores en la estructura...

Mis compañero comienzan a enloquecer también como los otros.

Espero ser digno.

lunes, 4 de enero de 2010

Ignem Rex


El menhir es golpeado por un viento que pareciera ejercer todo su poderío por desterrarle de las entrañas de la tierra, sin lograr absolutamente nada más que un leve silbido en la poderosa estructura sin edad calculable por mortales e inmortales.
Los cielos se ennegrecen paulatinamente, trayendo aromas semejantes al de cadáveres de hombres arrojados a las llamas, y alaridos de guerra de gargantas perversas...
El señor de cabeza astada por el poder, con su potente vara ígnea bendecida por los ancianos dioses de los infiernos ardientes y los cielos gobernados por rayos y astros que ansían arrojarse contra nuestro mundo, permanece incólume, como un coloso de terracota, como una extensión más de la madre tierra, armado del fuego de sus entrañas, coronado por su trono el menhir.

Las tropas nefandas se acercan. Las gargantas de aquellos hijos de la antropófaga barbarie entonan himnos guturales que recuerdan las edades más terribles de los primeros hombres y sus carnicerías en honor a oscuros y perversos dioses. Sus semblantes toscos, salvajes, sus ojos colmados de malevolencia. Su fortaleza radicada en una horda coalisionada como un solo ser. Aquella legión de la oscuridad sedienta de entrañas y sangre parecía ser capaz de hacer estremecer al mismo mundo.
El Monarca los vio, no gesticuló nada. Cerró los ojos, siguió aun mas quieto que el menhir. Algunos de los hombres se inquietaron, pero sus capitanes les obligaron a seguir a base del látigo del terror.

Llegaron a el, algunos se detuvieron un segundo. La masa los empujó a seguir, algunos fueron atropellados por sus compañeros y hermanos. Otros reaccionaron con ira. Se lanzaron sobre aquella figura a ellos extraña y solitaria.
Un repentino calor torció el aire y laceró a los desprevenidos guerreros cercanos a la figura. Luego una flama clara, casi invisible, como emergida de las piedras volcánicas a los pies del coloso, le cubrió por completo hasta la punta misma de la antigua roca de adoración. Incinerando inmediata mente a todos los guerreros que intentaban acercarse.
Otros tras estos, valientes, intentaron apagar las flamas.
Fracasaron como muchos de sus antepasados al intentar encenderlas.
Los dioses protegían aquel ser... ¿Quizá el mismo era un Dios de aquellas tierras?
Se apartaron de el, y siguieron su camino, ahora evadiendo a la poderosa e incandescente figura.
Mientras el ejercito avanzaba rodeándole, el Rey de Bastos sabía que con solo desearlo podría incinerarlos a todos en un solo pestañeo. Podía incinerar la tierra entera unas cinco veces al menos si lo deseaba.
Pero esos hombres salvajes, aun que fuertes y valientes, eran indignos a morir por sus flamas sagradas. Eran como insectos a sus pisadas de fuego.
Los hombres se marcharon, y la llama se dispersó, permaneciendo como al inicio.

El Monarca siguió sin moverse.
Siguió sentado, incólume, como un coloso de basalto.
Como una extensión más de la madre tierra, armado del fuego de sus entrañas, coronado por su trono el menhir.