domingo, 29 de agosto de 2010

Prima Lux




«Que no está muerto lo que yace eternamente
y con el paso de los evos, aun la muerte puede morir»

La Ciudad sin Nombre, H.P. Lovecraft.



Nada en este mundo le quedaba ya a Josué.
Todo cuanto esperaba en esta vida, sus proyectos, cuanto amaba, su sangre, sus sueños, sus esperanzas, todo. un día decidió marcharse al abismo, y jamás volver. Núnca quiso contarme, y núnca le insistí respecto a ello.
Ahora...
Solo la frialdad de su gran y una vez ostentoso hogar estaba ahí para recibirlo. Era muy comprensible que no tuviese muchos reparos a la hora de cerrar la puerta tras el y buscar Dios sabe que en dicho lugar.
El muy imbecil... Solo espero todo haya sido rápido.

Los múltiples gritos, desgarradores y guturales, quejidos y otros que no me atrevo a clasificar, me hacen sudar en medio de este frío implacable, me hielan en mi candente temor creciente.

Bueno ya nada allá afuera estaba solo realmente solo. Solo espero no haya sufrido demasiado.

Las balas sonaban habitual mente a lo lejos por esas oscuras calles perfumadas en sangre, sufrimiento y mediocridad. La acostumbrada jungla del día a día y noche a noche. Cuando la oscuridad llegaba a dominar dichas tierras sus "guardianes" comenzaban a hacer sonar el fuego de sus armas en las tinieblas invernales. Algo tan habitual desde que poseemos conciencia.
Esa noche en particular, recuerdo que veíamos una película en compañía de un par de botellas de cervezas baratas, como es costumbre en esas noches a mitad de semana en aquellas insomnes veladas amparadas por la cesantía y el exceso de tiempo libre. Veíamos Josué, Diego y yo una vieja película, en "compañía de lobos", algo muy onírico y fantástico respecto a historias de brujas y hombres lobo, una excelente película de a mediados de los ochenta. Eran cerca de las 12 de la noche cuando las balas de esas tierras sin ley comenzaban a sonar, "Los fuegos Artificiales" les llamábamos. En esos momentos era mejor estar encerrado y no salir mucho en un sector como ese. Aun que vivieses en esas zonas desde hace ya un tiempo, y aun que te sintieses un tipo duro por ello, núnca terminabas de acostumbrarte en un ambiente donde la hostilidad y la muerte pueden aparecerte tras cualquier esquina tras unos ojos inyectádos en sangre y desesperación, en un rostro tosco y consumido por los excesos, silenciando tu vida para siempre por unas cuantas monedas para sus asquerosas necesidades.
Continuamos viendo la película, no se les da mucha importancia a esas cosas cuando son parte de tu día a día. Nos limitamos a subir un poco el volumen y a servirnos lo último que nos quedaba de cerveza.
El sonido de las balas seguían. Probablemente un enfrentamiento entre bandas, o alguno de esos acostumbrados ajustes de cuentas, de los que comúnmente se habla en la prensa roja. Diego cocinaba un paquete de fideos sin más aliño que sal y aceite en una olla, la cerveza daba hambre, sobre toda aquella de no muy elevada calidad. Y el fuego de aquellas armas en la lejanía seguía sin cesar. Quizá era algún tipo de allanamiento policial pensamos. Un crudo enfrentamiento entre las fuerzas de la ley y estos mini escuadrones del narcotráfico. Pero a cada segundo crecía. Josué dejó sin sonido el televisor, y pudimos escuchar con claridad que allá afuera se desataba una especie de guerrilla encarnizada. Bastantes armas de fuego desatando su furia, estos hombres gritando con desesperación en su jerga, y unas sirenas que comenzaban a oírse mas a lo lejos, incluso un par de explosiones se dejaron oír. Nos miramos en silencio, el sonido de aquella masacre no cesaba. Comenzabamos a oír como los vecinos comenzaban a moverse, a mirar por las ventanas para no ver nada, a comentar unos a otros la incertidumbre que también, al igual que con ellos, se devoraba nuestros corazones.

- Esto no es normal - Dijo Josué -debo ir a mi casa.
- Vas a salir ahora? Con esos flaites dejando la cagá afuera, estas cagáo hueón!!- Exclamó Diego.

Josue, se puso de pie, fue a buscar su chaqueta y su bolso preparado a partir sin importarle aparentemente todo el pánico que comenzaba a teñir todo cuanto mirábamos. Las municiones continuaban descargándose con furia devastadora a la distancia. Truenos urbanos en manos del homicida y proscrito... Era una verdadera locura, una demencia convertida en un verdadero oceano amenazaba con inundar mi mente ante el inútil intento de elucubrar lo que éstaba ocurriendo en realidad.
Josue era el único que parecía inmune ante esa angustia demencial, la muerte de sus padres y su hermana hace unos años atrás había sido una verdadera vacuna ante toda emocionalidad humana. Ante todo gesto de temor, autoconservación, así como todo vinculo con el mundo exterior. Es cierto que el abandono podía lograr la alienación completa de el mundo interior de un ser humano. Josue era un frío ejemplo de ello.
Le agarré del brazo fuertemente, para evitar su avance. Solo conseguí una fría mirada de odio decapitando mis intentos.

- Ariel, dejame pasar .
- Josue no seas huevón, que mierda vas a ir a buscar a tu casa, no hay nada allá, debemos esperar a ver que chucha pasa. - Dije en tono tembloroso.
- Esperar que. Dejame pasar. Como y con que te defenderás aquí. Dejame pasar, voy a volver a buscarlos. Déjenme ir.

Se soltó de mi y zarpó a aquella incierta noche.
A los minutos siguientes la luz se cortó. Los vecinos desesperados anunciaban que sus lineas telefónicas estaban muertas. Y sus celulares no lograban marcar, las lineas estaban colapsadas. Diego y yo eramos dos cesantes y no teníamos minutos de cualquier modo. La desesperación por contactar a nuestras familias era similar a una fria punción en el estómago, pero nada podíamos hacer a esa distancia y en esas condiciones. Solo rezar al Dios en el cual ni siquiera creíamos... Solo temer.
Solo temer y sudar en aquella fría oscuridad.
El sonido de las balas había disminuido, gritos de dolor se escuchaban a lo lejos, opacando un solitario disparo de potente calibre que comenzaba a agonizar hasta apagarse en medio de la noche.
Los quejidos en la oscuridad se perdían y se confundían con las suplicas y los murmullos de confusión y horror de los vecinos.
Maldito Josué de mierda, andaba por ahí con todo esto desatándose. Al diablo. Esperé que no fuese lo sufucuentemente idiota como para pretender volver por nosotros, era lo más lógico que se refugiase en su casa y esperara como lo haríamos con Diego.
Bloqueamos la puerta con el sillón, cerramos las minúsculas ventanas del cuartucho que pagaba Diego y las tapamos con muebles, con lo que encontramos. Agarramos un cuchillo de la cocina y un bate de baseball de madera que teníamos por ahí. Y esperamos.
Nos pusimos de espalda contra el sillón que bloqueábamos la puerta, tiritando en silencio, escuchando millares de gargantas de hombres, mujeres y niños gritando, gimiendo y profiriendo sonidos irrepetibles, los vecinos gritando, otras solitarias armas de fuego sonando en las cercanías, apagadas repentinamente, seguidas de alaridos.
Escuchábamos grupos de personas correr fuera, en aquellos mares de desesperación. Las horas pasaban mientras alguien de vez en cuando pasaba fuera cerca de la ventana.
Una de las ventanas se rompió, y alguien comenzaba a golpear de forma torpe y frenética la puerta. No profería mas palabras que balbucéos y quejidos, a los minutos (u horas quizá) se le había sumado otro y luego otro. La fuerza de aquel extraño grupo era enorme y casi no podíamos contener la puerta. Ambas ventanas estaban rotas, pero eran tan pequeñas que no nos preocupaban, una persona no cabría por ahí.
La primera luz mostraba las siluetas tambaleantes de nuestros invasores, quienes a minutos de conseguir penetrar en nuestras tinieblas personales se habían detenido...
Un brazo solitario golpeaba la puerta con torpe fuerza. Jadeaba con más calma que sus compañeros que comenzaban a unirse a sus actividades.
Los quejidos guturales se intensificaron con la llegada de la luz, ante la que cerramos nuestros ojos consumidos por el terror de ver los que ansiaban hacerse de nosotros.
Algo se movía cerca del baño, algo que había conseguido entrar por la ventana.
La oscuridad enmascaraba esa pesadilla. Y el dolor de mi lacerada mente comenzaba a ser inyectada del dolor de la locura.
Confieso que explosivas lágrimas de miedo brotaron de mi ser al escuchar de una de esas gargantas mi nombre pronunciarse.
-Aaariel...

domingo, 25 de julio de 2010


El váculo asciende, desciende y golpéa con furia las ancestrales grietas del piso, labradas en sangre y fuego con las cinceladas del tiempo y el llanto de las eras que no móran más que en los sueños y cánticos muertos.
Los cántos ya se dejan oír más allá de los viejos vestibulos habitados por las sombras de mis viejas pesadillas, y los murmullos ensordecedores de mis asquerosos demonios oscilantes. Sus garras en mi cabeza han sido como los besos del áspid, y sus promesas, antes dulces y bellamente seductoras, hoy lucen siniestras y morbosas.
El Olor de los inciensos comienzan a alejar aquellos inmundos espiritus. La mirra y los sagrados aceites desvanecen el altar y me convocan con la premura de un centenar de lobas en celo.
EL laberino de la estancia circular y perfecto trazado en la piedra por las garras de nuestros padres, me sostienen a la vez que siete iniciados me rodean con siete espadas y el alto símbolo que forman me enaltece y honrra.
Ella danza, su figura es un regalo a la visión de un perdido en las fraguas delas incandecentes tinieblas de esos saberes impronunciables. Sus contornos, el olor de su piel, me son ofrecidos cual extención misma de la propia carne de la diosa. Invitadme al templo, a la humedad de la deidad, a los olores de la grandeza, a la tibieza de la eternidad auténtica. Mi vara sube hasta lo alto, ígnea, indestructible, inmortal. La sangre es el ancla que da forma al laberinto que hace de nuestro lecho, mientras el otro extremo se eleva más allá de todo reino y limitación.
El Fuego emerge de nuestras esencias. La serpiente ígnea rompe lo alto del tabernáculo, desgarra las negras nubes del espacio, y penetra en la vastedad del firmamento.
La sangre nos ancla, el fuego nos eleva...
El Ritae se concreta.
Mi severa oscuridad, tu luz gentil, cálida y suprema.
Somos uno amor mio,
Uno ad aeterna.

domingo, 4 de abril de 2010

Bela Lugosi está Muerto...


-Y yo también -. Pienso mientras apago lentamente el walkman y camino por el patio del establecimiento. El clima es agradable, levemente húmedo, como todo buen comienzo de Abril. Mis pasos son lentos, casi taciturnos, como tratando de evitar inútilmente que llegase a mi destino.
Si atrasado otra vez, no hay motivos que me impulsen a moverme mas rápido, que me hagan trabajar en la tarea designada hace cinco días, etc. Ni las esperanzas de mis padres, ni las burlas de mis otros familiares. Una eterna nada punzante y sufriente. Un llanto por nada hacia nuevamente el gran maelstrom de la nada.
Creo que la clase es castellano, sobre la generación del 50 u algo semejante que núnca utilizaré, pues no me proyecto a mas de un par de años mas gastando oxígeno.
Saco mi cuaderno y mi bolígrafo (otro gasto inútil y bien intencionado de mi madre...), y comienzo a mover trazos formando imágenes y tramas maléficas, torcidas y delirantes que apresan mi maldecida virginidad, rojo y azul, tintas que marcan y manchan mis tormentosos mundos interiores, impresiones atesoradas por mi, mis únicos amores en ese mar de isolación, seguramente a futuro incineradas por el temor y frustración judeo-cristiana de mi madre. No puedo culparla... solo estúpidamente odiarla, pues ella cree en su Jesús mientras yo creo en el descontrol que lacera mi piel a cambio de nada... Y devota mente le venero.
Miro hacia mi alrededor, desconectándome a regañadientes de mis imperios de tinta e ira, todos en jolgorio del mundial venidero, me río sin censura pues sé que los pálidos esfuerzos de su (pues mía no es) selección de fútbol no hará mas que dar lástima en el país galo.
A mi lado, una muchacha contempla una revista. Me detengo unos instantes en sus senos, no recuerdo bien su nombre, sus formas jamás olvidaré sin duda, pero eso no es lo que mayor mente llama mi atención. Ella nota mi mirada, me sonríe, y me muestra la revista. "El Cuervo" de James O'Barr. Había oído hablar de la película protagonizada por Brandon Lee, tampoco la había visto, no tenía idea del cómic(puto país), mostraba el mundo de punk-goth de los 80's que aun se conserva pálidamente en este hemisferio aun en esta, su década sucesora. Hay tanto en nuestros años que vive y palpita y como adolescente desconozco con tanta magnitud. Cosas que sin conocer del todo extrañaré tanto en algún momento probablemente... Pues no vivo en un mundo que no sea el que está en mi cabeza.
Camino a casa, sumergido en mis lagunas amenizadas por "For You" de My Dying Bride, medito en los remotos abismos de Borgo, y desde ahí miro hacia arriba intentando ver que me deparará en unos diez o doce años, cuando esté más cerca de la cima... Las profundas nubes me impiden ver siquiera el color de la roca.

miércoles, 3 de febrero de 2010


Aun bajo las frías ventiscas del señor de los inviernos.
Sea bajo el más gélido soplido desde el oscuro corazón montañoso o bajo el cada vez más insoportable calor del verano.
Ya sea bajo Las salvajes y hermosas leyes de la madre naturaleza o los asquerosos dominios urbanos de los hijos del "orden".
En momentos de dicha o dolor.
Cuando eres consumido por la alegría o la fortuna, o devorado por las sombras y espectros de las angustias.
La manada siempre estará ahí.
Un solo aullido.
Solo uno.

miércoles, 6 de enero de 2010

Rutina


Lunes: Me dicen que tengo ojeras... Es no es común en mi. YO NUNCA TENGO OJERAS!

Voy al espejo, y efectivamente una bolsa se había formado bajo mi ojo izquierdo.

- Debe de ser algo de alergia -. Dijo mi novia.

Me tomé un antialérgico y Fui hacia mis labores.

El día estuvo bastante bueno. Buena comida, escritura y ocio, lejos de las lacras de mi actividad laboral. "De esas lacras que creen tener poder solo por que poseen un cargo de medio pelo". Solo me lleno de consuelo en saber que cuando me titule. Esas lacras seguirán siendo lacras. Y yo estaré a mundos por encima de ellos.



Martes: El cansancio era supremo en la mañana, no tenía ganas de ir al gimnasio ni de nada.

La alarma me despertó como diez veces, y las diez veces dormí. No hubo energía ni de estudiar ni de nada. El ojo comenzó a doler. Y ardía levemente.

Durante el día fui hostigado por las lacras. Ansiaba golpearlos, tomar un teclado y reventárselos en sus cabezas vacías.

Hoy no hubo almuerzo, ni comida a llevar. Eso es lo que odio de mi familia, son desorganizados, nunca hay nada, todo se compra y prepara a ultima hora... y esa hora no la alcancé a ver antes de salir. No saben como lucho por evadir ese Karma.

El Ojo comienza a palpitar, siento como si se me fuese a salir.



Miércoles: Me he ganado el Premio mayor del Kino. Soy asquerosamente millonario, pero es un secreto. Disimulo que nada ha pasado, y planeo como ir a cobrar pronto el premio.

Voy al Gimnasio, levanto miles de kilos. El Ojo palpita mas y mas, su dolor es intolerable. Pero la excitación de mis músculos bajo la presión del exhaustivo ejercicio lo mantiene al margen.

El día fue una mierda... quizá para el mundo. Para mi fue fabuloso, las preocupaciones por dinero, y todo eso no me alcanzaban. Estaba lleno de energía, Debía estudiar a mares... Eso no me importó, lo hice feliz. Puse una bolsa de hielo en mi ojo y con el otro leí.



Jueves: Desperté un par de veces por el dolor. Aun que la hinchazón no ha aumentado, abarca ya gran parte del lado izquierdo de mi cabeza.

Es como si mi ojo tratase de salir, de desprenderse de mi. De divorciarse del resto de mi cuerpo para salir y ver todo el mundo que por mi mismo no he sido capaz de mostrarle. Creo que iré al medico.

Saco unos calmantes del cajón de mi hermano... Me doy un banquete de ellos. Y si, el dolor se va.

Es agradable. Es como caminar en las nubes con un suave ángel acariciando mi ojo izquierdo.

Recibo mi sueldo. Una verdadera basura, migajas, que de no ser por las re-liquidaciones del mes de Noviembre pensaría en que es un chiste.

"Gastaré solo esto, lo demás, no debo tocarlo, no aun".

Llego a casa, mi ojo palpita levemente y esta algo caliente. Pongo un poco de hielo en el y me sumerjo feliz, feliz y algo drogado en mis estudios.



Viernes: Despierto a las 3 a.m. El dolor de mi ojo es terrible. Apenas puedo incorporarme sin sentir como si miles de agujas se clavasen por mi ojo hasta traspasar mi cerebro y hacerlo picadillo.

El latido de este es frenético, mas que el de un corazón aterrado.

Trato de sujetarlo con mi mano izquierda, pero es definitivo, es como si fuese a explotar.

Busco entre mis cosas, busco mi dinero, mis zapatos y mi ropa, intento buscarla en el caos de mi habitación. Revuelvo aun más el desorden, mi cuaderno de apuntes cae. No resisto más, me precipito de rodillas al piso, frente a mi cuaderno abierto. Y mi ojo explota.

De el, una cascada de ideas cae impregnando las hojas de mi cuaderno, luego de otro. Luego de el computador...

Ahora soy aun más asquerosamente millonario. Si, Tuerto, pero ese parche negro me da un toque como de villano.

Y recuerden, soy Millonario.

martes, 5 de enero de 2010

El Sexto Día


Absolutamente nada distinto sucedió al principio.

Las personas seguían en sus limitadas rutinas de vida.

Seguían dirigiéndose a sus trabajos, algunos, seguían robando, cometiendo el mal. Otros seguían padeciendo en sus propios infiernos. Otros seguían disfrutando.

La mayoría continuaba adorando a sus acostumbrados dioses y demonios...

Nada más ocurría.

La verdad me sentí algo decepcionado.



Habría podido vivir con esa decepción. Bueno, creo que todo el mundo habría podido vivir con esa decepción en particular.



Los días sucesivos fueron algo, distintos.

Los animales fueron los primeros en notar... "El cambio".

Se tornaron agresivos al hombre y entre ellos. Estaban nerviosos.

Luego de los dos primeros días, ya no existía el concepto de "Mejor amigo del hombre". Me alegre de ver como todos se desesperaban y como sufrían a manos de las especies "menores".

Confieso que aun que sé que eso esta mal, no puedo evitar el disfrutarlo, lo siento pero realmente no puedo.



Al cuatro día, los insectos se sumaban a la "Ola de nerviosismo". Las abejas atacaban sin razón a algunas personas en el campo así como a otros animales, les picaban sin importar el desprenderse de sus interiores al dejar los aguijones en sus víctimas.

Ya a esas alturas en las ciudades habían verdaderas montañas de cadáveres de gatos y perros. Las calles completas hedían a su carne quemada. La gente ya no estaba tan tranquila en sus acostumbradas rutinas como antes.

Ya muchos no se dirigían a sus empleos. Los saqueos y asesinatos comenzaban a aumentar. Las deidades comenzaban ya a no escuchar ninguna suplica... o realmente la gente gritaba y lloraba más de lo que rezaba. Creo que siempre ha sido así, solo que en tiempos de crisis las cosas tienden a acentuarse.



Al quinto día el hombre, abandonado por Dios, decide abandonar completamente a la moralidad.
Violaciones en masa. A niveles Inter-Raciales, ultrajes vengativos a nivel de clase social, e incluso a niveles consanguíneos. Es como si la especie hiciese un intento ultimo e inútil por perpetuarse, incluso en su mismo lecho de muerte.

Las autoridades intentan aplacar esta ola de violencia sexual... Su impotencia es lamentable.



Durante años completos me obsesioné con el posible fin de nuestra raza. Miles de obras, mitos, teosofías, cantares y registros místicos cantaban sobre los días en que abrimos por primera vez los ojos al mundo.

Es una ley el que tendría que llegar el momento en que cerrásemos los ojos definitivamente como especie. Y habría también alguien que debería registrar dicho momento.



Tuve la fortuna de contar con los recursos y los medios para poder dedicarme a la investigación de esta pasión tan poco comprendida. De poder viajar a hablar con eruditos y entendidos en la materia, así como con viejos sabios locos de la tierra. En excavar ilícitamente, e incluso introducirme al fino arte de compra de objetos arqueológicos robados.

Por supuesto, nada de eso sirvió en demasía.

Pero el destino era amable conmigo, y puso en mi camino cuando visitaba la ciudad del Cairo al viejo Gelel Ben-Zahar, un errante conocedor de viejos misterios, según el. Un loco y estafador según mis amigos. La verdad me importó poco si era lo uno o lo otro, yo ansiaba conocer, saber... Había gastado todo cuanto poseía en pos al conocimiento, había dejado atrás a mi familia y a la mujer que amaba, pues a nada amaba mas que a mi saber. Le di mil dólares al viejo y le pedí me llevase donde la verdad de nuestro fin permanecía por las eras sepultada.

Me dijo que le esperara al amanecer en Giza. Pensé en la estupidez que había hecho de confiar mi dinero a ese hombre. Pero a la madrugada siguiente, el sol no acababa de salir, y ahí estaba.



No se por cuanto viajamos, en el viaje me enfermé, los delirios de la fiebre se apoderaron de mi, y de no ser por el viejo me hubiesen arrastrado a la oscuridad de la muerte como harpías sangrientas.

"Pediste ver y has de ver", Me dijo el viejo. Me cuidó, y en un par de días y noches me curó.

Entonces, una noche llegamos a lo que me señaló era el conflictivo país de Irak, y tras dejar los camellos para continuar a pie, por escombros y ruinas antiguas sin forma en esa oscura noche de luna menguante, llegamos a una especie de entrada a una caverna subterránea perteneciente a lo que el antiguo pueblo de observadores llamaba Eridú.

Y descendimos.

Todo cuanto vi y no vi en esas profundidades haría palidecer la ilustración más torcida de Blake, el diseño más perverso de Giger, así como el relato mas alocado de las mentes de los mismos Lovecraft y Bloch.

Posiblemente llenarían paginas completas, pero no creo ser capaz de recrearlas, y aun que pudiese, me pregunto si viviré para hacerlo.

Solo diré que se me reveló información, alegorías en su mayoría. Y mediante profundo estudio y meditación vi lo simple de nuestro Grand Finale. El "SIETE" de nuestra amada Biblia Judeo-Cristiana ("En siete días Dios creó el Mundo") se repite tanto en los sombríos criptogramas del Enuma Elish Como en el Popol Vuh, pasando por todos los registros sagrados,el de la Toráh, El Zoroastro y el Corán. Grabados Persas y Acadios lo dicen: "Si algo nace por una gota de agua, algo morirá por una gota de agua".Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba, tal como los principios del hermetismo. Luego dice "El Gran Marduk Nibiru recogerá lo que le sea de valía".
Espero ser digno.



El sexto día, la gente ha perdido completamente el control de sus emociones e impulsos básicos, se asesinan y devoran entre si en oleadas de horror e ira. Parecen animales salvajes famélicos, como dominados por una lombriz solitaria de la locura en sus vientres.

Desde la azotea de un alto edificio les observo mientras otras personas junto a mi me gritan para que deje de escribir y les ayude a trancar las salidas del edificio hacia el lugar donde estamos. Los ignoro, se que no servirá de nada.

Diviso una extraña luz en el cielo al poniente, del tamaño de Venus, no la había notado antes. Pero no corresponde a ninguno de nuestros astros.
La registro quizá como prodigio de una inevitable alteración de mis sentidos en estos momentos de horripilante belleza.


"El Sexto día Dios Creó al hombre".

Recuerdo Eso y no puedo evitar reír.



Faltan dos minutos para la media noche del 30 de Diciembre del 2012, la luz que era del tamaño de Venus ahora se asemeja a un pequeño sol. Noto leves temblores en la estructura...

Mis compañero comienzan a enloquecer también como los otros.

Espero ser digno.

lunes, 4 de enero de 2010

Ignem Rex


El menhir es golpeado por un viento que pareciera ejercer todo su poderío por desterrarle de las entrañas de la tierra, sin lograr absolutamente nada más que un leve silbido en la poderosa estructura sin edad calculable por mortales e inmortales.
Los cielos se ennegrecen paulatinamente, trayendo aromas semejantes al de cadáveres de hombres arrojados a las llamas, y alaridos de guerra de gargantas perversas...
El señor de cabeza astada por el poder, con su potente vara ígnea bendecida por los ancianos dioses de los infiernos ardientes y los cielos gobernados por rayos y astros que ansían arrojarse contra nuestro mundo, permanece incólume, como un coloso de terracota, como una extensión más de la madre tierra, armado del fuego de sus entrañas, coronado por su trono el menhir.

Las tropas nefandas se acercan. Las gargantas de aquellos hijos de la antropófaga barbarie entonan himnos guturales que recuerdan las edades más terribles de los primeros hombres y sus carnicerías en honor a oscuros y perversos dioses. Sus semblantes toscos, salvajes, sus ojos colmados de malevolencia. Su fortaleza radicada en una horda coalisionada como un solo ser. Aquella legión de la oscuridad sedienta de entrañas y sangre parecía ser capaz de hacer estremecer al mismo mundo.
El Monarca los vio, no gesticuló nada. Cerró los ojos, siguió aun mas quieto que el menhir. Algunos de los hombres se inquietaron, pero sus capitanes les obligaron a seguir a base del látigo del terror.

Llegaron a el, algunos se detuvieron un segundo. La masa los empujó a seguir, algunos fueron atropellados por sus compañeros y hermanos. Otros reaccionaron con ira. Se lanzaron sobre aquella figura a ellos extraña y solitaria.
Un repentino calor torció el aire y laceró a los desprevenidos guerreros cercanos a la figura. Luego una flama clara, casi invisible, como emergida de las piedras volcánicas a los pies del coloso, le cubrió por completo hasta la punta misma de la antigua roca de adoración. Incinerando inmediata mente a todos los guerreros que intentaban acercarse.
Otros tras estos, valientes, intentaron apagar las flamas.
Fracasaron como muchos de sus antepasados al intentar encenderlas.
Los dioses protegían aquel ser... ¿Quizá el mismo era un Dios de aquellas tierras?
Se apartaron de el, y siguieron su camino, ahora evadiendo a la poderosa e incandescente figura.
Mientras el ejercito avanzaba rodeándole, el Rey de Bastos sabía que con solo desearlo podría incinerarlos a todos en un solo pestañeo. Podía incinerar la tierra entera unas cinco veces al menos si lo deseaba.
Pero esos hombres salvajes, aun que fuertes y valientes, eran indignos a morir por sus flamas sagradas. Eran como insectos a sus pisadas de fuego.
Los hombres se marcharon, y la llama se dispersó, permaneciendo como al inicio.

El Monarca siguió sin moverse.
Siguió sentado, incólume, como un coloso de basalto.
Como una extensión más de la madre tierra, armado del fuego de sus entrañas, coronado por su trono el menhir.