Las fragancias me embotan y las voces de recuerdos y maquinaciones insustanciales mi aun adormecida cabeza alborotan.
Te observo dormir aun... algo ausente del dolor que desde lejanos tiempos has cargado como un carro de guerra romano, tirado por gruesas cadenas sujetas a tu piel y a tu corazón por poderosos garfios del más oxidado de los metales.
Te observo pensar aun... sentir aun, que la isolación te devora, que mis palabras son vacíos sin valor ni forma. Que mis sentimientos más helados que Kadath y mas inertes que un cadaver amortajado en Cal, en tu hermosa y torturada piel, como en un poderoso escudo, rebotan y rebotan...
Una lanza atraviesa mi costado cada vez que contemplo que la nada sucede a mis deseos. Llantos, dolores... sarabandas completas de flagelaciones caen sobre mi como lluvias de saetas, pues aun que en ocasiones deséo que mi sentir sea solo un congelado sol muerto... eso núnca será del todo cierto. E Intento... y retrocedo... Intento y soy devorado por ardientes y mal interpretados deseos.
Ese deséo... maldito prodigio que por eones me ha alejado de mi verdadero anhelo... me devora, me domina, Más poderoso que todas vuestras drogas en este Universo. Y por primera vez siento temor de él... De alcanzar sus fauces, y de disfrutarlas...
Tomo la vieja daga en mi diestra, aúllo... pues veo la negra serpiente como me devora, como abre sus terribles y oscuras fauces tragando mi ser, y casi la imagino sonreir en ese mar de tinieblas para cuando escucho la sinfonia que emiten mis huesos y su monocorde crujir.
Caigo al piso, mi cabeza se azota con la frialdad y mi cuerpo con el abismo... mi amiga, mi daga, cási sin fuerzas, la clavo sin vascilaciones en lo más profundo de mi marchito corazón... giro el artefacto, aumento la intensidad del dolor, y le asesino.
Ya sin sangre... ya sin dolor, percibo los primeros rayos del Noble Shammash. Me pongo de pie, mis heridas ya no se perciben ni al tácto ni a la vista. camino libre hacia él. Sonrrío como el gran Osiris al retornar del Duat.
Y vuelvo a verte mujer, vuelvo a mirarte, dormir aun... pensar aun... sufrir e incluso morir aun...
Y elijo amarte.
Peta Babkama Luruba Anaku!
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