lunes, 29 de diciembre de 2008

Entre Vino y Osamentas



Rojizo se despedía nuestro viejo enemigo en los cielos, como llorando por nuestra victoria sobre el. Entonces no pude evitar el recordar esos antiguos atardeceres donde bajo el mismo rojizo y agonizante cielo, nos reuníamos en nuestro desolado, oscuro pero sumamente divertido viaje por este mundo que se ha vuelto loco de atar.

Y llegamos al santuario, rodeados por cráneos de ojos vacíos que nos observan, oscuros pentagramas ansiosos de sacrificios de sangre inocente, como en los de nuestras viejas andanzas. Y por supuesto. La apacible melodía de nuestros tiempos acompañada no por nuestra amada Sanguis Vitae de ese tiempo, pero si de una dulce cerveza, que mientras en mejor compañía se bebe, más sabrosa resulta al paladar.
Las risas y anécdotas no se dejan esperar en aquel osario donde ahora hasta las calaveras parecen más sonrientes. Y descubro que caminé por tus mismas vias a minutos o segundos de diferencias, visité tus mismas tertulias sin jamás verte, solo quedándome con el dulce perfume de tu recuerdo inmortal. Saqueando las mismas tumbas, donde tu, descarada y dulce ladrona te llevas el cráneo, me hicisteis conformarme con el vulgar fémur. Siempre fuiste el ser más astuto. Y eso siempre me gustó.

Entonces me sugieres la idea. “Podríamos volver, siempre hay buen material entre los huesudos”.
Sobre esa lápida… sobre esas desvencijadas lápidas… cuentos de vampirismo, desquiciados actos, nigromancia, pasiones no desatadas… Danzabas en mi mente con todos los esqueletos del inframundo que reían al compás de tu bello y disonante vals. Nunca en mi vida los pude hacer callar... Lo odié... un odio que por ciertyo, llegué a amar.


Ansío poner mis manos sobre la pala, la sangre y el pentagrama y revivir a todos los cadáveres del Universo mismo, hasta que la misma Ereshkigal desee venir a por mi cabeza.
Sonrío… “Me temo que podría comprar el mejor de los vinos ese día, un vino que costara mi propia alma si es preciso… Por el infierno mismo, compraría una docena de esos!!.”

Las trompetas se alzan, la camada llega al santuario. Me saludan y sonríen, la reunión empieza. Tu miras el trono de hueso, e inmediatamente te apoderas de él.
Todos brindamos.


Compartimos el trono… Todos brindamos en tu honor.
Luego todo desaparece, pues no espero absolutamente nada, solo estar sobre esa lápida en medio de ese mohoso mar de huesos viejos, bebiendo junto a alguien de gran respeto y valía para mi alma, bañados por la gélida brisa nocturna de antiguas eras… Consagrado en sangre, maravillas y tinieblas, compartiendo tanto el vino como las osamentas.


domingo, 21 de diciembre de 2008

Retratos...

Arriba miro... hermosa vista, en ti respiro.
Arriba miro. Belleza enmascarada, en ti me unifico a la vez que me divido.
Muerdo tu cara sangrante y sonrío.
Saludo a tus dioses inocente. Muero en tus pechos y en tu útero revivo.
Abrazame, soy un Dios... Soy solo un niño.
Triunfo en tus brazos mi Ninfa, como el dia sobre la noche y sus lujuriosas caricias.

Desde tu cúbil escribo, y en el regazo de los dioses tu reflejo miro.
Amo tu refujio y parto de tu mano, a fotografiar los vestigios del futuro en sus templos antiguos.

CRUCIFIXIO

Despierto...
Las fragancias me embotan y las voces de recuerdos y maquinaciones insustanciales mi aun adormecida cabeza alborotan.
Te observo dormir aun... algo ausente del dolor que desde lejanos tiempos has cargado como un carro de guerra romano, tirado por gruesas cadenas sujetas a tu piel y a tu corazón por poderosos garfios del más oxidado de los metales.
Te observo pensar aun... sentir aun, que la isolación te devora, que mis palabras son vacíos sin valor ni forma. Que mis sentimientos más helados que Kadath y mas inertes que un cadaver amortajado en Cal, en tu hermosa y torturada piel, como en un poderoso escudo, rebotan y rebotan...
Una lanza atraviesa mi costado cada vez que contemplo que la nada sucede a mis deseos. Llantos, dolores... sarabandas completas de flagelaciones caen sobre mi como lluvias de saetas, pues aun que en ocasiones deséo que mi sentir sea solo un congelado sol muerto... eso núnca será del todo cierto. E Intento... y retrocedo... Intento y soy devorado por ardientes y mal interpretados deseos.
Ese deséo... maldito prodigio que por eones me ha alejado de mi verdadero anhelo... me devora, me domina, Más poderoso que todas vuestras drogas en este Universo. Y por primera vez siento temor de él... De alcanzar sus fauces, y de disfrutarlas...

Tomo la vieja daga en mi diestra, aúllo... pues veo la negra serpiente como me devora, como abre sus terribles y oscuras fauces tragando mi ser, y casi la imagino sonreir en ese mar de tinieblas para cuando escucho la sinfonia que emiten mis huesos y su monocorde crujir.
Caigo al piso, mi cabeza se azota con la frialdad y mi cuerpo con el abismo... mi amiga, mi daga, cási sin fuerzas, la clavo sin vascilaciones en lo más profundo de mi marchito corazón... giro el artefacto, aumento la intensidad del dolor, y le asesino.
Ya sin sangre... ya sin dolor, percibo los primeros rayos del Noble Shammash. Me pongo de pie, mis heridas ya no se perciben ni al tácto ni a la vista. camino libre hacia él. Sonrrío como el gran Osiris al retornar del Duat.
Y vuelvo a verte mujer, vuelvo a mirarte, dormir aun... pensar aun... sufrir e incluso morir aun...
Y elijo amarte.

Peta Babkama Luruba Anaku!