
Aun bajo las frías ventiscas del señor de los inviernos.
Sea bajo el más gélido soplido desde el oscuro corazón montañoso o bajo el cada vez más insoportable calor del verano.
Ya sea bajo Las salvajes y hermosas leyes de la madre naturaleza o los asquerosos dominios urbanos de los hijos del "orden".
En momentos de dicha o dolor.
Cuando eres consumido por la alegría o la fortuna, o devorado por las sombras y espectros de las angustias.
La manada siempre estará ahí.
Un solo aullido.
Solo uno.